Así lo asegura un informe llevado a cabo por investigadores del Servicio de Cardiología del Hospital de Getafe. Las enfermedades psiquiátricas y el estrés emocional están fuertemente asociados con el riesgo de desarrollar un infarto de miocardio con arterias coronarias no obstructivas (MINOCA) y empeoran su pronóstico, según los resultados de un estudio presentado por el Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de Getafe en el Congreso Europeo de Cardiología que se celebra desde el pasado día 26 de agosto en Barcelona.

La mayoría de infartos de miocardio se originan por la obstrucción de las arterias del corazón causada por un coágulo que se produce sobre un estrechamiento, lo que impide el paso del flujo sanguíneo. Sin embargo, hay otro tipo de infarto en el que no existe esta estenosis severa, como el infarto de miocardio con arterias sin lesiones obstructivas que supone un 5-13 por ciento del total y tiene un mecanismo diferente (espasmo, disección o rotura de las arterias del corazón, coágulos que se disuelven, daño en las arterias más pequeñas o miocardiopatía de estrés).

El estudio presentado por el Hospital Universitario de Getafe analizó datos de 63 pacientes consecutivos con MINOCA ingresados durante 2 años, en comparación con un grupo de pacientes consecutivos diagnosticados de infarto de miocardio relacionado con arterias coronarias con lesiones obstructivas (el infarto habitual).

En el trabajo se registró además información específica sobre aspectos sociales que se sabe que modulan el estrés, como el estado civil, desempleo o trabajos en turno de noche, y hábitos que incluían el uso de drogas ilegales o la práctica de deporte. También se incluyeron otras características emocionales como enfermedades psiquiátricas, dolor de cabeza crónico o el reconocimiento del estrés emocional.

Sin lesiones coronarias

El 29% de los pacientes con infarto de miocardio sin lesiones coronarias obstructivas significativas tenían historia de enfermedad psiquiátrica y casi el 80 por ciento reconocían una situación de estrés emocional previa al infarto, según ha explicado el doctor Joaquín Alonso Martín, jefe de Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de Getafe y uno de los autores de la investigación, cuyo objetivo era analizar la relación de los trastornos emocionales con los infartos de miocardio con arterias coronarias no obstructivas.

Por el contrario, los pacientes del estudio con infarto agudo de miocardio y lesiones obstructivas (el infarto habitual) sólo tenían historia psiquiátrica en el 11 por ciento de los casos y de estrés en 30 por ciento.

El estudio también halló que los pacientes con MINOCA tienden a tener más dolor de cabeza crónico (11,1% frente a 3,5%) y, en los aspectos sociales, paradójicamente la tasa de trabajo en turno nocturno fue mayor en el grupo obstructivo, mientras que no se hallaron diferencias estadísticas entre los desempleados ni por la práctica deportiva o el uso de drogas. Durante el seguimiento posterior al infarto, la presencia de trastornos psiquiátricos se asoció con una peor clase funcional (71,4% frente a 20%) y tendieron a tener más eventos cardiovasculares adversos.

Estos hallazgos van en la línea de las últimas investigaciones que plantean la importancia del impacto de la salud mental en las enfermedades somáticas como el infarto de miocardio. «Falta mucho aún por saber, abriéndose así un campo nuevo de estudio que nos anima a ver la influencia de la esfera psicológica en otros órganos del cuerpo», según el doctor Alonso.

La Sociedad Europea de Cardiología agrupa a más de 93.000 profesionales de toda Europa y países asociados con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos europeos a través del cuidado cardiovascular, que promociona a través de distintas actividades científicas y didácticas.

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